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Blog NEURÓFILOS

JACQUES EL FATALISTA

No sé por donde empezar este comentario. La novela de Diderot, si se le puede llamar así, pues creo haber leído en alguna parte del texto, exactamente, que no era una novela, tiene cosas muy particulares. Lo primero es que hay cierta interrupción constante en la historia principal que se intenta contar. Esta interrupción juega un papel importante, ya que si Jacques y su Amo son los protagonistas entonces la interrupción hace de antagonista, o más bien, es el narrador quien se opone a estos. Es curioso que durante todo el libro se hable, principalmente por parte de Jacques, que todo lo bueno o lo malo que acontece está escrito allá arriba, de forma tal que es indiferente darse prisa o andar con lentitud, pues si está escrito allá arriba que se ha de morir al dar tres pasos adelante, se muere, si no, no. Es esta alusión a lo divino muy curiosa, el narrador hace las veces de esa divinidad o ser superior que decide sobre la suerte de sus personajes, sin embargo, no sigue la lógica que se piensa tiene una divinidad, encargada a mantener el orden en el universo. Pues hay ciertos datos que no le interesa darle al lector, es más, explícitamente dice que eso no te importa, que dejes de hacer preguntas estúpidas, esas referentes al dónde o al cuándo acontecieron los sucesos. No satisfecho con ridiculizar al lector que quiere salir de la ignorancia, le miente. Deja claro que lo narrado no es de fiar, del capricho de unas paginas más adelante depende si los hechos ocurrieron de otra manera, y, aun así, siempre les queda a los escépticos la duda de la veracidad de la segunda versión, ya que puede haber mentido al decir que mintió e incluso, el narrador, consciente de esto deja a tu criterio creer una u la otra, al fin no importa. Según la introducción que hace Carlos Pujol a la obra, es esta, una expresión completa de ateísmo, un rechazo al Dios del orden universal, dejándolo todo al azar. Si la suerte de los personajes depende de lo que está escrito allá arriba, pero lo que está escrito puede ser o no ser, borrarse, rescribirse, dejarse en veremos, lo que más convenga o cualquier cosa, porque es la obra, quizá, una apología al desorden, entonces qué pasaría con el fatalismo de Jacques. El pensamiento tan determinista que se menciona durante toda la obra es incorrecto, ya que es el azar quien se encarga.


Dejando de lado al narrador, la historia va de dos personajes, Jacques y su amo, que están montando a caballo hacía alguna parte, lugar que, como ya se dijo, no te importa. Entonces, estos, para pasar el rato hablan, y Jacques comienza a contar la historia de sus amores. Pensé, por las características de la novela, que nunca terminaría de contarla, veía cómo se acercaban las paginas finales mientras que estaba estancada en el punto que a duras penas había alcanzado, dejando la intriga de saber el final. Después de terminar de leer, aun tengo algunas dudas. Cuando intentaba Jacques contarle a su amo la historia de sus amores, siempre era interrumpido de distintas maneras. Se contaban otras historias que sí llegaban a su fin, aunque algunas también eran interrumpidas. No se piense que esto se daba de una forma muy ordenada, ahora que he terminado junto más de lo que debería los trozos separados y pienso que si bien puede estar desordenado, conserva en esencia cierto orden.


Algo que resulta bastante interesante, está relacionado a la identidad. “Jacques lleva a su amo” (145) Jacques, es Jacques, su identidad está dada por sí, mientras que el amo de Jacques, sin Jacques deja de ser amo, se convierte en nada. Esa importancia que se da Jacques frente al amo, que podía tomarse como rebeldía, es una escena interesante, pues se podría pensar que el amo de Jacques está por encima de Jacques, pero no es así, como mínimo están en una igual posición de relevancia, o al menos ese parece ser el alegato que tienen en determinado momento cuando el amo de Jacques, es decir, su dueño, le ordena hacer algo que Jacques se niega a hacer. Podría, aunque ya estoy divagando un poco, pensarse que el narrador, creador o dueño de esta novela, que no es una novela, tiene la misma relevancia de sus personajes. Su identidad está dada por estos, pues es narrador, creador o dueño de, ese “de” le da identidad, y si es esta una obra que profesa el ateísmo quizá es posible pensar que la identidad de cualquier Dios no está dada por sí sino por otro, como decir Jacques el Fatalista y el creador de Jacques el Fatalista.


(Un corto primer comentario, con probablemente algunos errores)

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