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Blog NEURÓFILOS

La bendita ignorancia


Por la Laura del 2021

¿Es la verdad o la ignorancia es la opción más dolorosa?

El deseo de conocer es tal vez innato en el ser humano, puede decirse eso de todos los que dedicaron su vida a la inventiva, a descubrimiento de nueva ciencia o al incansable esfuerzo que hace la humanidad por tener cada vez más avances en múltiples disciplinas cada año.


Pero hoy me atengo a preguntar por qué las personas encuentran cierta fascinación en ese conocimiento ajeno y doloroso, en esa manía de tener control sobre la verdad de lo que sucede y sucederá, pero, sobre todo, en lo que sucedió. De lo que ninguno realmente tiene control o siquiera opinión. De otra forma, porque tanto esmero en conocer el pasado de la persona que amas, si comparte contigo el presente, porqué se vuelve tan importante saber lo que fue y lo que hizo una persona cuando damos por hecho que nuestro pasado y lo que hicimos no lo es. Es incomprensible, pero es bastante usual en muchas relaciones.


Sin embargo, el afán queda de inmediato destruido porque la bendita ignorancia es infravalorada inexplicablemente (¿alguien alguna vez se preguntó porque no debemos saber lo que no sabemos?) y la verdad innumerables veces es la opción más dolorosa, la que nos persigue a la hora de ir a dormir, la que nos hace desear no saber y nunca haber preguntado.


Porque si nada puede hacerse con lo que pasó y con lo que uno nada tuvo que ver, ¿Por qué nos afecta tanto? ¿Por qué insistimos en encontrar los espacios más indicados para traer de vuelta ese nuevo conocimiento, y atar cabos y crear teorías?


Por qué no nos damos cuenta de que preferimos el sentimiento de curiosidad o intriga a los sentimientos de decepción o frustración y sobre todo, que podemos resistirnos a esa empedernida curiosidad y no al desconsuelo de la verdad.

Nada queda por hacer frente a la verdad más que dejarnos asediar por los resultados de nuestro instinto humano.

Y sufrir por ello.


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